La cantante de Cranberries, que ha fallecido con 46 años, irrumpió con su poderosa feminidad en la masculinizada y enojada década del ‘grunge’
En 1994 mandaban las guitarras. Nirvana, The Smashing Pumpkings, Soundgarden, Pearl Jam y otros muchos habían instaurado el toque de queda para la música de baile e impuesto la tiranía del enfurruñado grunge. Surgido en Seattle, el grunge, más que un estilo, era un sonido, una especie de rock alternativo afilado, áspero, desgarbado, con letras retorcidas y tristes, localizado en algún punto intermedio entre el punk y el rock duro. Como este, era una corriente eminentemente masculina: hecha por y para tipos duros. Capaces de ir por ahí con camisas de franela de leñador, nada menos.
Sin embargo, una voz femenina emergió entre toda esa carga de testosterona narcótica. Era la antítesis no solo por su sexo, sino por su procedencia: no venía de Seattle y ni siquiera de Estados Unidos, sino de Irlanda. Se llamaba Dolores O’Riordan (que ha muerto el 15 de enero de 2018 a los 46 años). Su grupo, The Cranberries, no era una banda de grunge, pero Zombie, el tema que les dio a conocer en todo el mundo, tenía unas guitarras tan grumosas como algunas de Nevermind, la obra cumbre de los Nirvana de Kurt Cobain.
Y luego estaba su voz. En el terreno del rock alternativo de los noventa ha habido muchos cantantes masculinos con carácter, de los cuales unos sabían cantar y otros no. O’Riordan era una fenomenal vocalista, capaz de conducir su voz con dulzura cuando la canción lo requería —y sin renunciar al quejido al final de cada verso al más puro estilo irlandés— pero de llevarla al límite de sus posibilidades en temas como Zombie, un alarido desgarrado a modo de protesta por un atentado del IRA en el que habían muerto dos niños. Como autora del tema, dejó claro que en las letras también podía ser más cruda que los tíos más crudos del grunge.
Dolores O’Riordan no fue la única mujer de esta corriente musical —Courtney Love, las bandas de riot grrrls y, con un ángulo más comercial, Alanis Morissette, también le dieron caña a las guitarras—, pero sí aquella que demostró que sabía hacer algo más. La carrera de su grupo derivó hacia sonidos de pop alternativo amable, incluso soleado, en los que incluso pareció sentirse igual de cómoda. En temas como Just my imagination o Ode to my family demostró que su versatilidad vocal era tan amplia o más que la capilar (coloreó y cortó su cabello de mil formas a lo largo de su carrera).
Llegó a publicar un par de álbumes en solitario y un disco con el trío D.A.R.K. (con el bajista de The Smiths y un productor estadounidense), que confirmaron que, en lo que a grunge se refiere, Dolores O’Riordan fue ave de paso. Y, sin embargo, será recordada sobre todo por Zombie, el grito desgarrado de una mujer que sobresalió entre los berridos desencajados de Cobain, Vedder, Cornell, Corgan y compañía.
Dolores O’Riordan: Q.E.P.D ✞
Fuente : Diario El País.