• Las familias que defienden firmemente sus principios no ven ningún conflicto entre los Evangelios y la igualdad de inclusión de todas las personas.
• Las familias que defienden sus principios con firmeza tienen una visión optimista del futuro .
La discriminación de las personas LGTB no se basa en las enseñanzas y el ejemplo de Cristo, sino en la desinformación, una interpretación de la Biblia literal y muy selectiva y los prejuicios antiLGTB de la sociedad. Consideramos que no existe ningún conflicto entre los Evangelios y la completa igualdad de trato de todos los seres humanos.
Por el contrario, creemos que quienes rechazan a los demás en el nombre de una religión basada en el amor se enfrentan a un grave dilema ético. La intolerancia nos hace daño a todos. El hecho de que una sola persona deba negar su identidad o degradarse para recibir un trato igual es algo que nos degrada a todos.
El silencio, la negación y la exclusión no son valores presbiterianos tradicionales. Lo cierto es que no tienen absolutamente ninguna relación con el mensaje de amor que Jesús nos enseñó. Como cristianos se nos pide que ayudemos a los oprimidos, no que dirijamos nuestros ataques contra ellos. En la actualidad, los LGTB creyentes suelen ser considerados como ciudadanos de segunda clase que apenas merecen ser “tolerados”; se les puede invitar al culto, pero se les niega la igualdad y su integridad como personas. Hemos visto en nuestras propias familias los efectos de esa exclusión o falsa inclusión. Son potencialmente mortíferos, tienen un amplio alcance y perduran a lo largo del tiempo.
Creemos que la invitación y la gracia de Dios proceden libre y directamente del Creador, y no dependen de comités, grupos de trabajo ni del consenso en el seno de las confesiones.
Es impresionante presenciar cómo la opresión que la comunidad LGTB ha soportado desde tiempos inmemoriales va desapareciendo ante nuestros propios ojos en el espacio de una generación. En general, las personas religiosas que apoyan a los LGTB están mucho más preocupadas por el futuro y el legado de la iglesia que por su propio porvenir, que pese a las duras batallas que aún quedan por librar, parece muy esperanzador.
Concluimos con uno de nuestros pasajes favoritos del Profeta Isaías:
¿No es más bien el ayuno que yo escogí,–es Dios nuestro Señor el que habla– desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión,dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa;que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba,Y tu salvación se dejará ver pronto; Irá tu justicia delante de ti,Y la Gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; Clamarás, y dirá él: Heme aquí.
Si quitares de en medio de ti el yugo,El dedo amenazador, y el hablar vanidad; Y si dieres tu pan al hambriento,y saciares al alma afligida,en las tinieblas nacerá tu luz,y tu oscuridad será como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre,Y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos;Y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, Cuyas aguas nunca faltan.
Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas;Los cimientos de generación y generación levantarás. (58: 6-12).
Fuente:Rompiendo el silencio Avanzando hacia la comprensión.