• La juventud lgtb sufre altos índices de depresión y suicidio.
  • La mayoría de los jóvenes lgtb están muy aislados.
  • La juventud lgtb es a menudo homofóbica.
  • Los jóvenes lgtb no tienen el mismo apoyo familiar que otras minorías de niños.
  • La escuela no es un lugar seguro para los jóvenes lgtb.

La depresión es un trastorno muy común entre los jóvenes lgtb y, en comparación con los heterosexuales, los adolescentes lgtb tienen del doble al triple de posibilidades de intentar suicidarse. Se estima que más del treinta por ciento de los jóvenes que se suicidan son gays y lesbianas. La mayoría de los jóvenes lgtb no se sienten seguros en sus propios hogares con sus familias. No están a salvo en las escuelas. La mayoría están en peligro en sus comunidades, incluso en sus comunidades religiosas.

El dolor de sentirse marginado o de sentir que uno no encaja en el molde es universal. No obstante, para la juventud lgtb es algo especialmente doloroso. Hay incluso jóvenes lgtb que reciben tratamiento por depresión que no confían en sus terapeutas por miedo a que éstos los rechacen.

Lamentablemente, incluso el amor de los padres no basta para proteger a los jóvenes lgtb.

Leslie Sadasivan, madre de un joven gay, escribió sobre el suicidio de su hijo Robbie: “Cuando mi familia y yo nos dimos cuenta de que Robbie era gay inmediatamente le dijimos que lo queríamos, apoyábamos y aceptábamos… Pero nuestros esfuerzos no pudieron protegerlo del rechazo y acoso que el sufría [en la escuela] y de su percepción general de cómo la sociedad y la religión veían la homosexualidad”.

Robbie supo que era gay cuando tenía 10 años. Sufrió un tremendo abuso y rechazo durante su corta vida. Al final, simplemente no pudo seguir adelante. El 2 de enero de 1997, cuando llevaba cuatro meses en noveno grado, Robbie se disparó en la cabeza. Lo encontró su hermana de diecinueve años. En una nota que dejó escrita, Robbie decía: “Espero que encuentre en la muerte la paz que no he podido encontrar en la vida”. Le pedía a su familia que lo recordasen y que rezaran por él.

Kate Stone Lombardi, articulista del New York Times, describe la lucha a nivel local: “Hace poco, Cat B., de dieciséis años, salía de la escuela secundaria de White Plains cuando comenzaron a agredirla verbalmente. ‘Había un grupo de chicos, todos jugadores de fútbol’, dijo Cat, añadiendo que quien la insultaba utilizaba palabras que aludían a su orientación sexual y gritaba, ‘¡No trates de seducir a mi novia!’ y ‘¡Si te acuestas conmigo una noche, seguro que cambias!’ Aunque la experiencia no debe ser nada nuevo para una estudiante lesbiana de segundo grado, nunca deja de causar un dolor agudo y lacerante. ‘Te quieres morir’, dijo Cat, fijando de repente sus grandes ojos marrones en el suelo. ‘Lo único que deseas es esconderte debajo de una piedra y morir’”.

Mostrar respeto y consideración por todos es un mensaje apropiado para cualquier edad.

Según las encuestas, el segundo insulto más común entre los chicos de segundo grado es “¡Qué cosa tan gay!” (el insulto más común es “¡Qué estupidez!”)-. Aunque los niños de segundo grado pueden no saber qué significa “gay”, la sociedad ya ha comenzado a enseñarles que es una palabra insultante y negativa.

La juventud lgtb oye con bastante frecuencia comentarios homofóbicos en la escuela. En un estudio realizado, más del 75% de los estudiantes que eran lesbianas, gays, bisexuales o transgénero (LGBT) informaron de que “frecuentemente” o “a menudo” escuchaban comentarios antigays en la escuela. Casi una quinta parte afirmó haber oído comentarios homofóbicos de los profesores o el personal no docente. Más de una tercera parte declararon que habían sido acosados o agredidos físicamente por su orientación sexual .

Los jóvenes lgtb a menudo tienen escasa o nula información sobre la orientación sexual. La Asociación Americana de Psicología indica que es importante que los jóvenes que tienen dificultades con su propia identidad sexual dispongan de información exacta sobre la homosexualidad. La Asociación explica que la oposición a ofrecer información correcta sobre la homosexualidad por temor a que haya más personas que se hagan gays “carece de sentido”. El hecho de educar a los jóvenes sobre la homosexualidad no hará que sean gays o heterosexuales.

No es raro que los jóvenes lgtb sean –o al menos parezcan– muy homofóbicos. Al ser conscientes de una parte de sí mismos que rechazan, es frecuente que los jóvenes lgtb hagan comentarios antigay y tengan fuertes prejuicios contra los gays.

Los jóvenes lgtb oyen cómo los líderes políticos y religiosos condenan y excluyen a la comunidad lgtb. Muchos padres hacen comentarios homófobos en casa, ajenos al hecho de que tienen hijos gays que los escuchan con miedo y desesperación. Muchos jóvenes sufren un gran aislamiento y sienten que es demasiado peligroso revelar su identidad a los demás.

Es particularmente perjudicial para los jóvenes lgtb oír cómo los dirigentes del país dicen que la inclusión en pie de igualdad de ciudadanos como ellos puede dar lugar a la desintegración y el deterioro moral de nuestra sociedad (lo que constituye otro comentario normal y socialmente aceptable). No es bueno que ninguna persona joven (gay o heterosexual) escuche ese tipo de declaraciones sobre ningún grupo minoritario. Mensajes como los que proclaman que algunos grupos están condenados, mientras que otros son superiores son ejemplos que los jóvenes oyen y llevan consigo el resto de sus vidas.

Puede que los jóvenes oigan a sus amigos y familiares expresar su desilusión cuando se enteran de que alguien es gay, especialmente si la persona es atractiva: “¡Qué pena! ¡Qué desperdicio!” Es difícil fomentar la autoestima en estas circunstancias y algunos jóvenes sienten que no valen para nada. Al explicar por qué sus notas, que solían ser A y B, bajaron a C y D, Ellen Stewart observa: “No me importaba. Estaba completamente al margen de todo. Me sentía … tan degradada como persona que nada de lo que hacía tenía valor. Era como si, en realidad, todo me diera igual”.

Un joven que vive en un mundo tan hostil ha de tener una excepcional fuerza interior para crecer como una persona íntegra y saludable. El hecho de ser señalado y odiado desde muy joven hace que cualquier persona se vea profundamente afectada en su crecimiento y en su concepto de sí misma. Lo más grave no es sólo la existencia de un determinado prejuicio, sino el impacto que cualquier prejuicio puede causar en el desarrollo humano.  

Es muy raro que un joven cuente a sus padres que es victima de abusos e insultos anti-lgtb. Normalmente, si un chico (de otra minoría) se enfrenta a prejuicios raciales, étnicos o religiosos en la escuela o en cualquier otro lugar, se reconoce que es algo inaceptable y perjudicial para todo el mundo, y los padres toman medidas inmediatas. Cuando un chico es víctima de un comentario doloroso, o simplemente lo oye, recibe protección, se reafirma su valor y se le recuerda cuánto se lo quiere y lo importante que es. Esto no es lo que sucede con los jóvenes lgtb. Por temor al rechazo, permanecen en silencio y luchan en solitario. Muchos sufren daños permanentes por el odio a sí mismos y el odio de los demás. Muchos no sobreviven.

Afortunadamente, cada vez más jóvenes lgtb encuentran apoyo en casa y en la escuela.

Sin embargo, es lamentable que políticos y líderes de los distritos escolares de todo el país a menudo traten de impedir la formación de estos grupos de apoyo a los gays.

Por:  #VaneMoran.

Fuente :  Iglesia Presbiteriana  / Mt. Kisco, Nueva York.