• Algunas familias confían en que el rechazo hará que los familiares gays se conviertan en heterosexuales
  • La persona y la unidad familiar pueden sufrir daños a largo plazo.

El Dr. William Pollack, investigador social, especialista en desarrollo infantil y autor de Real Boys: Rescuing Our Sons from the Myths of Boyhood (Muchachos de verdad: rescatando a nuestros hijos de los mitos de la niñez), cuenta la historia de un paciente adulto, Evan, al que sus padres echaron de casa cuando tenía 15 años tras enterarse de que era gay. Aunque sus padres lo dejaron volver a casa unos meses después de obligarlo a irse, Evan dice que “las cosas nunca volvieron a ser lo mismo”.

“Mi padre”, explica Evan, “nunca me dirigió la palabra y mi madre me dijo una y otra vez que en su mente yo era tan sólo un ‘huésped’, que ya no era su hijo. Nunca lo superé y me sentí mal conmigo mismo durante años. La única manera de terminar con esta situación fue dejar de ver por completo a mis padres”. Evan añade: “Ahora mis padres son mayores… y a veces me dejan un mensaje en el contestador rogándome que vaya a casa a verlos. Pero por mucho que ahora quieren verme, no consigo reunir las fuerzas para hacerlo … Me hace mucho daño”.

En palabras de Pollack: “Mientras que lo más fácil es pensar que los padres de Evan fueron unos desconsiderados o no se preocuparon por su hijo, lo cierto es que probablemente creyeron que si negaban su amor y afecto a su hijo, de alguna manera él ‘decidiría’ dejar de ser homosexual. Pero la orientación sexual … no es una ‘decisión’ que podemos controlar, que nuestros padres pueden modificar o que nosotros podemos cambiar en atención a nuestros padres”. Dado que los niños pueden ser especialmente vulnerables cuando consiguen tener el valor necesario para hablar de su orientación sexual, Pollack considera “fundamental transmitirles”, inmediatamente después de enterarnos de sus sentimientos, que “se les sigue queriendo pase lo que pase y que [su] orientación sexual no disminuirá en modo alguno lo mucho que [se les] admira y respeta”. Esto es lo que un hijo “necesita oír más”.

“No decir [estas cosas] es arriesgarse a poner a un [hijo] en grave peligro emocional, e incluso físico. Y arriesgarse a perderlo, de una manera u otra”.

Aunque la investigación del Dr. Pollack se refiere específicamente a los niños, su mensaje puede aplicarse a las familias de todos los jóvenes.

Somos conscientes de la imperiosa necesidad que tienen las familias de adaptarse y encajar en La sociedad, de no ser demasiado diferentes de los demás. En un primer momento, la gente que tiene seres queridos que son gays puede temer que otros les pierdan el respeto o los consideren de alguna manera inadecuados. Estos sentimientos pueden ser muy poderosos. Sin embargo, la decisión de evitar el tema por miedo a “lo que los vecinos dirán” puede ser devastadora para la unidad familiar.

En su libro Loving Someone Gay (Amar a alguien gay), el psicólogo Don Clark escribe: “En tiempos pretéritos, la gente elegía a los jóvenes más bellos y con más talento de la comunidad, que a continuación eran ritualmente arrojados a volcanes en ebullición como ofrenda para apaciguar a dioses iracundos … Algunos padres todavía están dispuestos a sacrificar a un bello retoño gay para apaciguar a los dioses de la conformidad … Me compadezco del padre que es capaz de romper el vínculo más sagrado y rechazar los brazos que le tiende su propio hijo o hija…”.

Mientras que en el caso de Evan se produjo un rechazo dramático por parte de la familia, hay otros tipos de rechazo que pueden tener la misma fuerza.

Puede que los hijos LGTB pasen a vivir como familiares de segunda clase, que se dé menos importancia a sus vidas, su futuro y su presencia (o ausencia).

Puede que los comentarios anti LGTB continúen. Tal vez el tema se evite o se considere “prohibido” y se ignore completamente. Es posible que los amigos o el compañero del hijx nunca sean mencionados ni invitados a reuniones familiares. También cabe que los padres levanten una barrera emocional o se pregunten en voz alta qué hicieron “mal”. A menudo se recomienda a los hijos LGTB que no digan nada a los abuelos. Puede que la homosexualidad de un hijx se evite cuidadosamente en el círculo social de los padres.

Las heridas que provoca el rechazo abierto son dolorosas, como también lo son los sentimientos que surgen al comprobar que la propia familia se avergüenza de que uno exista.

Fuente:Rompiendo el silencio Avanzando hacia la comprensión.