Un niño nace, hijo de una muchacha Galilea y un hombre que no es su verdadero Padre.
Su Madre, esta jovencita campesina judía, que por quedar embarazada antes de casarse, por poco muere lapidada al ser la protagonista de tanto deshonor.

Su Padre es un carpintero.
Para el siglo I en Galilea, los artesanos, albañiles o carpinteros estaban en la delgada línea entre los campesinos, pequeños dueños de tierras que vivían ahogados por la sombra del endeudamiento y toda la masa de gentuza errante, que vivían de trabajos jornales o simplemente eran esclavos y prostitutas.

Los carpinteros estaban medio peldaño arriba de la miseria humana.
En ese contexto cultural se podía saber el “pedigree” de alguien por su oficio.
Si este trabajaba con sus manos, como en todo el mundo mediterráneo, no eran parte de la minoría rica.

Al contrario, en ese contexto no existía la clase media como hoy.
O eras de la clase acomoda o vivías luchando contra la hambruna. Y en ese contexto de pobreza , podías o tener escasas herramientas para sobrevivir o eras un completo desamparado.

Los hombres que dirigían el país vivían lejos de los trabajos manuales, estos dedicaban su vida al estudio de textos sagrados, filosóficos, políticos o al arte.

En cambio los trabajos manuales eran ejecutados por esclavos o toda esa gentuza que está solo a “centímetros” por encima de la miseria.
Gracias a los estudios antropológicos e históricos, se puede decir con propiedad que la familia de Jesús era una familia de jornaleros que batallaban contra la pobreza, situados en la aldea de Nazaret al oeste del mar de Galilea, zona donde el 98% de sus habitantes eran analfabetos, campesinos que vivían exclusivamente de lo que les proporcionaba la tierra.

El “Padre” del niño viene de una familia (Mt.1;1-17) donde se sabe de una tatarabuela que se vistió de prostituta para engañar a su suegro y tener un hijo con ese mismo hombre, otra tatarabuela ni siquiera era perteneciente al pueblo del Pacto y a diferencia de la primera no se vestía de prostituta, esta sí ejercía el comercio sexual.

También se habla de otra tatarabuela que tiene un hijo con un mandatario que resulta ser el mismo asesino a su primer marido.

También aparecen dos abuelos que mataron a a sus hijos siendo bebés. Fueron sacrificados en nombre de su religión.

Los antecedentes hacen ver que la genealogía de este carpintero, si bien puede hallarse un linaje, también encontramos un desastre moral inaudito.

Ahora, el nacimiento del bebé los empuja a huir al sur (Mt.2;13,14) a una urbe gigantesca.
Son una pequeña familia de extranjeros, refugiados, inmigrantes.
Son pobres en medio de los pobres, perseguidos, viven en la miseria, sin más patria que aquel cariño que se tienen, que los impulsa hacia el futuro.
Quizás por eso ese niño de grande ama a los marginados, a los extranjeros y a los que se rindieron.

Recibe a los niños pobres, a aquellos que vienen de familias que no tienen pan de trigo y hacen panes con el grano de los animales, la cebada (Juan 6:9) porque él también fue un niño pobre.

Quizás por eso este niño ya de grande, que sabe de injusticias, se gasta la vida por hacer de este mundo un lugar más justo.

Quizás por eso este niño, ahora que es un hombre pone en duda a los expertos en las Escrituras sagradas y a los máximos sacerdotes de Dios, pues fueron estos que amparados bajo el poder político no hicieron nada por defender la vida de los inocentes (Mt. 2:3-6)
En otras palabras, ni su religión ni su conocimiento sagrado servían de algo si al decidir por las víctimas del dolor estos no movieron un dedo y se hicieron cómplices de las injusticias guardando silencio.

Este niño, ya de grande es acusado según sus vecinos de ser un hijo de “fornicación” ( Juan 8: 39-41) por lo tanto según ellos ni siquiera debe ser parte del pueblo de la Alianza (Deut. 23:2).

Le dicen “comedor y borracho” (Mt. 11:19)
Ese título es lo que en la Ley se llama el “hijo contumaz”(Deut. 21;18-21) aquel que no se somete a la autoridad, que vive en la vergüenza extrema, no se ha casado por tanto para su contexto judío es una deshonra, merece morir, pues con su estilo de vida ha ofendido a su familia, en otras palabras, ser “hijo contumaz” es ser un mal ciudadano, un cáncer para la sociedad.

Una vida así tiene sus días contados.
Desde niño vinieron pastores de ovejas a visitarlo, la chusma de su tiempo lo rodeó ya desde un inicio.

Pobre, inmigrante, refugiado, trabajador manual, amigo de los indeseables, defensor de los inmorales, voz de los que a fuerza de violencia les quitaron el derecho a defenderse, amigo de niños pobres, cercano a las mujeres que en medio de la desesperación de su pobreza se dedicaron al comercio sexual.

La gente lo busca, porque este niño, ahora que es un adulto comienza a enseñar una verdad que para los oídos de muchos es inaguantable.

Roma sospecha de este predicador que sostiene la venida de otro Reino, el Reino de Dios.
Los maestros en las Escrituras se escandalizan porque este se abroga ser superior a Moisés al punto de querer llevar sus enseñanzas al límite “Oyeron lo que dice la Ley, más yo les digo…”

Los líderes administradores del Templo no lo aceptan, pues en sus mensajes hace ver prescindible los rituales de sacrificios que aseguraban el perdón de Dios, pues según este predicador, el perdón de Dios no busca sangre de seres inocentes , sino una conversión del corazón humano.

Sus seguidores le llaman rabí.
Sus detractores lo llaman endemoniado.
Sus días terminan en Jerusalén, torturado por los Romanos.
Pero sus seguidores ahora proclaman que aquel que fue ejecutado venció la muerte y en vez de haber acabado todo sobre esa cruz. Es en esa cruz, el comienzo y amanecer de todo.

Celso, cuando a finales del siglo II en tiempos donde Marcos Aurelio comienza la persecución y caza de cristianos, ya desde Roma la fe en Jesús se propaga según este escritor “como una plaga”.

Cuando el escritor escucha los rumores del nacimiento inusual de este carpintero que es proclamado ahora Hijo de Dios por sus seguidores, dice.
“Qué absurdo!!! Evidentemente los cristianos han utilizado los mitos de Dánae y Melanipe, de Auge o Antíope, para fabricar la historia de un nacimiento virginal…al fin y al cabo, los viejos relatos de los griegos atribuyen un nacimiento divino a Perseo, a Anfíon, a Éaco o a Minos”.

Lo increíble para Celso no son las historias de un nacimiento virginal ni una suerte de divinidad adjudicada a un hombre.

Los Romanos como él reconocían en sus filas al primer emperador declarado Hijo de Dios “Octavio” declarado “Augusto Dios e Hijo de Dios”.

Lo verdaderamente increíble para Celso es que Jesús sea reconocido Hijo de Dios, cuando este provenía de las clases bajas de la sociedad.

Ser un Héroe nacido de manera divina o ser un emperador reconocido Divino es una cosa, pero ser un campesino, un artesano, un don nadie y llegar a ser proclamado Hijo de Dios es inaceptable para este escritor aristócrata.

Jesús, el niño nacido en medio de la indigencia, el bebé forajido, el extranjero refugiado, el artesano de las clases bajas, el rabí de los despreciados y marginados.
El compañero de los crucificados, el amigo de las mujeres que trabajan en el comercio sexual, el médico que “toca” leprosos…

El Rey de los mendigos.

Autor: UlisesOyarzún.
Fuente: Facebook