Esta película conmovedora se basa en una novela de William Paul Young, hijo de misioneros protestantes y víctima de abusos sexuales en su infancia.
FICHA TÉCNICA
Dirección: Stuart Hazeldine. Guión: John Fusco, Andrew Lanham y Destin Daniel Cretton (basado en la novela homónima de William Paul Young). Duración: 132 mins. País: Estados Unidos. Año: 2017.
SINOPSIS
Mack Phillips goza de una vida casi perfecta en el Medio Oeste de los Estados Unidos. Está felizmente casado, sus tres hijos quienes crecen sanos, alegres y cristianos; cuenta con un buen trabajo y un estimable nivel de ingresos.
Un verano, durante unos días de descanso (supongamos finde largo) en un campamento de las montañas de Oregón, su hija pequeña, Missy, desaparece. Todo parece indicar que ha sido víctima en una cabaña abandonada escenario para un raptor, abusador y asesino en serie largamente buscado, aunque el cuerpo nunca aparezca jamás.
Años después Mack, sumido en una profunda depresión, es convocado misteriosamente a un lugar maldito para él: esa cabaña donde se encontraron las evidencias físicas del crimen. Mas datos ve la película.
UNA TERAPIA PARA LA SANACIÓN DEL DOLOR
En particular a mi me resulto un cachetazo frente a situaciones vividas. La obra, tiene un cierto sentido autobiográfico que la dota de mayor verdad. Asimismo el credo protestante del autor justificaría la total ausencia de referencias a la institución eclesial, optando por una visión espiritualizada, intimista y mística de la religión.
Comienza con “la gran tristeza”, enfermedad que corroe el alma y a la que Mack (vos o yo) no consigue adaptarse. Ante el dolor por la ausencia de la niña, su hija menor, se añaden las preguntas sin respuesta que dirige a Dios@ ante el inexplicable triunfo de la iniquidad sobre la inocencia: la razón de ser del sufrimiento y el generalizado sentido de la vida. Es aquí donde El autor o director propone con valentía un planteamiento diferente: la humanidad sólo cuestiona/mos a la Divinidad cuando lo que nos sucede no se ajusta a nuestros deseos.
La original antropomorfización de la Trinidad pretende, a modo de estrategia visual, poner en tela de juicio nuestras concepciones sobre Dios Padre-Madre, su Espíritu Santo y Jesús, ambos/as mujer o hombre, padre o madre, madre o hijo. Su inactividad cuando la desgracia penetra en nuestras vidas. El lugar de escucha, el diálogo y el encuentro, en definitiva, no se separa de la resultante que podamos tener en un debate en cualquier mesa compartida de comunión. En la conversación teológica con Mack se explica en qué consiste la vida trinitaria y cómo interviene la Divinidad en el mundo, un plan desconocido para los mortales inclusive sus “responsable” lideres religiosos que en se demagogia manipula el sentido que siempre está guiado y guiando de sobre manera el amor infinito de quien es Creador/a, Redentor y Santificador/a. Ellos/a le enseñarán a enfocar su dolor de otra manera y a descubrir el poder sanador del perdón, incluido el referido a uno mismo y a los crímenes más horrendos.
Comentaba el Padre Pío que contemplamos la realidad como un niño sentado bajo el telar donde su abuela teje un dibujo con ovillos de lana. El chico solamente ve un mezclado, informe e incomprensible conjunto multicolor de hilos sueltos. Sin embargo la abuela por encima percibe la lógica, el sentido y el esplendor del diseño. Así contempla Dios@ el mundo: cada hilo tiene su razón de ser, aunque visto desde abajo pueda parece absurdo.
Como le dice en un momento dado Dios Padre-Madre a Mack, “cuando lo único que ves es tu dolor, me pierdes de vista”.
Queremos justificar la realidad en la que vivimos a través de una visión incompleta. Nuestro error estriba en que no admitimos que Dios es bueno y que absolutamente todo lo que Él/Ellla hace (en términos de fines, medios y evolución de cada una de sus creaciones) está previsto para nuestro bien. Cómo se articula exactamente ese amor incondicional e inconmensurable constituye un misterio que no podemos comprender en su totalidad por nuestra ilustre limitación; en última instancia confiar en la bondad de Dios@, incluso ante males y sufrimientos que escapan a nuestra racionalidad limitada, es imperioso.
Es indudable hoy, mostrar las ventajas en la personificación de un Dios trino, único y en unidad. Éste no es un poder distante, como en el deísmo u ofrenda económica de amor,como en la confección y la absolución, “No absuelvo o condeno, ya el pecado es la penitencia”, sino alguien que nos conoce íntima y personalmente y con quien podemos entablar una amistad. Robert Barron, obispo auxiliar de Los Ángeles, señala que la película resuelve el problema central (la coexistencia del sufrimiento con el amor infinito de Dios) de una forma bíblica, según el libro de Job y la perspectiva total de Dios, “a la que no podemos ni aproximarnos”.
De mi parte como Obispo Primado de una comunidad católica emergente, adhiero a la definición de Obispo auxiliar en Los Ángeles, y resalto que el rencor que impera en nuestro ADN/DNA, tienta, confronta, genera dudas, daña, enferma y limita nuestra perspectiva y crecimiento en la vida.
SENTIR LA PRESENCIA AMOROSA DE LA DIVINIDAD, ES EXPERIENCIA GRATIFICANTE.
Es el amor incondicional y a la vez inclusivo y no el sufrimiento, quien nos redime. En este sentido es correcto afirmar que la Divinidad no quiere el mal, pero “lo permite” porque sabe que es una consecuencia inevitable de la creación.(Gn. 2,16-17. 4,1-16…) Dios considera que, “a pesar de todo”, el mundo vale la pena; es mejor vivir que no vivir. A Dios no le resulta indiferente nuestro sufrimiento; Él también sufre por amor a lo por Él/Ella creado “me da un vuelco el corazón, se me estremecen las entrañas”, Os. 11,8. Hace todo lo posible por evitarlo pero sin suprimir nuestra dignidad, esto es, Dios ha querido luchar contra el mal a través de nosotros/as. Nos ha dotado de inteligencia para que, estudiando las leyes de la naturaleza, podamos Discernir y vencer poco a poco los males físicos. Asimismo nos ha redimido, mediante la acción del Espíritu Santo, para con el recto ejercicio de la libertad hacer el bien y vencer el mal moral. Dios no es “todopoderoso” todavía, en el sentido de que la omnipotencia es más bien un atributo escatológico, que se hará patente al final de los tiempos[1].
Esta película nos hallamos ante una herramienta muy útil para emprender el camino de sanación y conversión que nos permita, transitando por un mundo a menudo hostil y sufriente, la consecución de la ansiada paz del alma. Esta terapia de la misericordia, tan subrayada por MUCHOS/AS, enfatiza la importancia de la transformación de la persona, y no tanto de las estructuras.
Para terminar, la Divinidad nos acompaña y proporciona sentido a nuestras vidas. Por tanto nos invita a no restringir la atención al “mundo natural y preconceptual”, con su invierno inflamado de tristeza y angustia. En su lugar propone trascender al mundo sobrenatural de la cabaña, esa eterna primavera que nos tiñe de multicolores y una alegría esperanzadora, ofreciendo respuestas incipientes a preguntas que nos agobian.
Muchos pantallazos nos remontarán a versículos Bíblicos Hebreos (AT) y Bíblicos Cristianos (NT) dentro de un contexto actualizado.
Necesitamos un signo (Lc. 11, 29-32)
Necesitamos ver nuevamente (Jn. 4,46-52)
El/Ella “siempre estuve, siempre estoy y siempre estaré”. Eso es una alegría porque somos afecto a Ellos/a”
[1]. https://scielo.conicyt.cl
Bendecido fin de semana.
Marcelo Alejandro Soria